domingo, 5 de abril de 2009

LOS GARBANZOS DE ENRIQUE, ALEXANDER Y ELIA


Para el quemadense Enrique Suárez Betancourt estar entre garbanzos es habitual, dice que estas plantas forman parte de su familia. Y es que la historia comenzó en el año 2001, cuando Carlos González, entonces dirigente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (campesinos), en Villa Clara, le propuso experimentar con la siembra de este grano y le entregó 3 libras como semillas y de ahí en adelante, lograr buenas cosechas se convertiría en prioridad.


Comenzaban así largas e intensas jornadas de trabajo que compartía con su hijo, Alexander Suárez García y su esposa Marta García Benitez.

Aquellas pocas libras iniciales pronto se multiplicarían, con el aporte de gran experiencia para estos cultivadores quienes, con poca bibliografía a su disposición, fueron archivando los conocimientos imprescindibles: el garbanzo necesita poca agua para cultivarlo, sus hojas están siempre húmedas, no lo atacan muchas plagas, las semillas deben guardarse en recipientes bien cerrados y deben ser de cristal o hierro y el mejor período para la siembra se extiende desde noviembre hasta enero, por solo citar algunos ejemplos.


En este campo comenzó el largo y laborioso camino que le han permitido a Enrique y su hijo, fundamentalmente, participar el múltiples eventos nacionales e internacionales, entre ellos el Encuentro Internacional del Programa Agroecológico De Campesino a Campesino y el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria y Alexander participó en el 2001, en la República de Nicaragua, en un intercambio con productores de estas semillas. También en su propia finca han recibido a muchos visitantes y allí mismo han desarrollado talleres para ampliar los conocimientos.


En la actualidad, Enrique y su familia tienen otras producciones en la finca, como mango, tomate, maíz, yuca, boniato, guayaba, aguacate y mamey, todas contratadas con el Estado, al igual que la de los garbanzos cuyos rendimientos rondan los 20 quintales por hectárea.


Con orgullo propio de quien se sabe últil a los demás, esta familia aguarda muchísimos reconocimientos entregados por diversas instituciones y organizaciones.




Son reconocimientos que ahora guardan como tesoros, pero que han salido del sudor de la frente y las manos de esta familia que trabaja casi descanso, sin importarles el fuerte sol tropical o el frio y la humedad de las mañanas.
Para Enrique, Elia y Alexander exhibir estas plantas con saludables vainas de garbanzos se ha hecho tan cotidiano que a veces hasta dejan de almorzar o lo hacen más tarde, para que el interesado compruebe los resultados de aquella idea esxperimental ya convertida en realidad, con la utilización de la agroecología y el amor de sus manos y del resto de la familia.

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