viernes, 27 de noviembre de 2009

LOS QUEMADENSES RECUERDAN A ENRIQUE

Para los quemadenses hablar de ENRIQUE NÚÑEZ RODRÍGUEZ, es, además de recordar al escritor y periodista, tener presente al hombre jovial, sonriente y profundamente comprometido con los suyos, es verlo caminar por las calles de su querido pueblo, con paradas a cada instante para conversar con los amigos. A 7 años de su fallecimiento, el pueblo de Quemado de Güines lo recuerda mediante la realización de múltiples actividades que incluyen una central, en el parque Martí, donde se erige un busto en su memoria, gracias a la creación del artista quemadense José Delarra, así como la exhibición del documental “Yo quemé mi bicicleta”, del realizador quemadense Simón Escobar, un conversatorio con los estudiantes del Instituto Pre Universitario Urbano Antonio Briones Montoto y una tertulia con integrantes de las asociaciones de discapacitados del municipio ( físico-motores, ciegos y débiles visuales y sordos e hipoacúsicos).Periodista, escritor, humorista y revolucionario entero, Enrique Núñez Rodríguez; dejó de existir físicamente para Cuba y el mundo el 28 de noviembre de 2002. Nacido el 13 de mayo de 1923 en Quemado de Güines, pueblo este que nunca olvidó cuando decidió vender su bicicleta y marchar hasta la capital del país donde se graduó de Doctor en Derecho en la Universidad de La Habana, en 1962. La radio fue su pasión dando los primeros pasos en este medio en abril de 1948 en la emisora CMQ, donde escribió los guiones: “Chicharito y Sopeira”; “Cascabeles Candados”, “Leonardo Moncada” y otros. Enrique no solo escribió para la radio. En 1949 se produjo el estreno de sus obras teatrales: “Cubanos en Miami” y “La chuchera respetuosa” la que fue interpretada por Rita Montaner y qué decir de su comedia “Gracias Doctor” la cual recibió en 1959, primera mención en el Premio Luis de Soto.Muchas otras fueron las piezas teatrales que salieron de su máquina de escribir para la colección del teatro vernáculo cubano: “El bravo” y “Voy abajo”; comedias como: “Dios te salve comisario”, “Sí, señor juez” y “La sirvienta”, escritas principalmente para la televisión, al igual que el serial Finlain. Entre sus obras literaria podemos citar: Mi vida al desnudo, Yo vendí mi bicicleta, Sube Felipe Sube, Oye como lo cogieron, Martí y el Humor, A Guasa a Garsín, publicada Post Morten, entre otras. Núñez Rodríguez fue Diputado a la Asamblea Nacional, como Vicepresidente de la Comisión de Educación, Ciencia, Cultura y Tecnología donde realizó una labor muy abarcadora, sobresaliendo entre otras faenas, la Audiencia Pública: “Ser Cultos para ser Libres”, la gestación del Proyecto de Ley de Derecho de Autor, presidente del Consejo Editorial de la Revista Mi Barrio, órgano oficial de los Comités de Defensa de la Revolución-CDR, y otras responsabilidades. Por su entrega incondicional a la profesión y su patria, mereció múltiples reconocimientos, entre ellos, Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba, Premio Nacional de Periodismo José Martí, Premio Nacional del Humor, Réplica del Machete de Máximo Gómez, Premio Nacional de la Radio y uno que para él siempre estuvo presente en lo profundo de su corazón: Hijo Distinguido de su terruño, Quemado de Güines. Este “Príncipe de sonrisa de adolescente”, como lo calificara el Ministro de Cultura Abel Prieto, en el prologo de su libro ¡A Guasa a garsín…! Permanece día a día en la memoria de su familia, los quemadenses y todo el que le quiere, porque tú Enrique estas entre tu pueblo y tu gente como un príncipe de sonrisa adolescente. Enrique Núñez Rodríguez, natural de Quemado de Güines, escribió, entre tantos libros, Mi vida al desnudo. En una de las partes del prólogo de la obra, presentada en el año 2000 por Abel Prieto, actualmente Ministro de Cultura de Cuba, se lee … en este mensaje-prólogo, quiero hablarles de Mi vida al desnudo y de su autor, o sea, de Enrique, sí, de Enrique Núñez Rodríguez, “un príncipe”, diría con razón Pablo Armando, eso, “un príncipe”, eso es Enrique, un príncipe del costumbrismo, del humor, de la memoria, de la sabiduría cubana …Para USTED, seguidor de “el quemadense”, le propongo una de las memorias que aparece Mi vida al desnudo.

Gelabert

Vicente Gelabert era un hombre bajito y calvo cuando lo conocí. Dicen que era un genio de la guitarra. De lo que sí estoy seguro es de que tenía mal genio. Si alguien tosía o se movía de su asiento durante sus conciertos, enrojecía de ira y lo abochornaba públicamente.-¿Por qué no se marcha y vuelve cuando se le quite el catarro?Cuéntase que un representante de la RCA Víctor lo localizó en la fonda de Amaranto, su discípulo de guitarra, y le ofreció diez mil dólares para grabarle un disco. Su respuesta al representante de la firma discográfica resultó inusitada. Le dijo: - Mis interpretaciones no son sardinas. Yo no las enlato.Quizás la anécdota que lo define es la escena que presencié en un concierto que ofreció en casa del alcalde. Lo inició con La Adelita, de Tárrega. Una joven señora del público se puso de pie para abandonar la colmada sala. Gelabert interrumpió la ejecución, y apuntándola con la guitarra, como si fuera un fusil, tronó:- ¿Qué, no le gusta mi música? La infeliz señora, sorprendida, balbuceó:-Perdón, es que tengo un niño de meses y tengo que ir a darle el pecho.Reanudó el concierto. Poco después un sargento político del alcalde, al que no le interesaba la música de Gelabert, decidió irse y se puso de pie para iniciar su fuga. Gelabert dejó de tocar. Se colocó la guitarra sobre las rodillas e increpó al desertor:-¿Qué, usted también tiene que ir a darle el pecho a su niño?A su muerte, pese a su mal genio, el pueblo reunió, centavo a centavo, el dinero suficiente para erigirle un modesto monumento en el cementerio local, a aquel forastero del que escuché, por primera vez, famosas obras de guitarra.

Colaboración especial: Yoanky Fernández Árias

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